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viernes, 1 de diciembre de 2017

CUANDO LAS BACTERIAS SON NUESTROS ENEMIGOS

 

Imágenes sacadas de: https://es.wikipedia.org/wiki/Bacteroidetes 
https://www.bing.com/images/search?view=detailV2&ccid=pe1I9bjK&id=C4C17C43A974069582F3D034E0D732E8B49369C3&thid=OIP.pe1I9bjKz-FOISIiAgQogAEsDY&q=microbiota+intestinal&simid=608056152838574005&selectedindex=4&mode=overlay&first=1


La microbiota de nuestra flora bacteriana contiene tantas bacterias como células tiene nuestro cuerpo.
Las bacterias beneficiosas para nosotros transforman la fibra alimentaria en otras sustancias que podemos aprovechar e impiden que las bacterias que no son beneficiosas proliferen demasiado y nos causen enfermedades.
Estas bacterias están en el epitelio de las vellosidades intestinales, sobre todo en el colon y se les llama comúnmente flora intestinal o microbiota.
Son centenares de especies de bacterias y levaduras las que constituyen la microbiota.

Realmente, las bacterias y levaduras fermentan las fibras para degradarlas y absorberlas. Este proceso acarrea la producción de ácidos grasos de cadena corta que, aunque parezca un milagro, son precisamente el alimento del que se nutren las células del epitelio. Así pues, favorecen su mantenimiento y, cuando se deteriora, permiten su reparación.

El intestino produce ciertos neurotransmisores, como es el caso de la serotonina (la hormona de la felicidad), de ciertas enzimas (peptidasas y lactasa) y de vitaminas (sobre todo B12 y K), así como de numerosas moléculas mensajeras del sistema inmunitario (ARNm).

Un individuo sano contiene muchas clases de bacterias en su microbiota que se mantienen a raya las unas a las otras.
Con mala alimentación, con obesidad, alcoholismo, abuso de antibióticos y otras enfermedades la diversidad de nuestra biota disminuye y proliferan más las bacterias enemigas (como las bacteroidetes) que las bacterias protectoras.

Las enfermedades periodontales hacen también que proliferen las bacterias enemigas y contribuyan al depósito de colesterol oxidado en las arterias, atraen a los macrófagos que los fagocitan y forman las placas de ateroma. Estas placas al romperse forma ictus y trombos.

Las bacteroidetes son una clase de bacterias muy abundantes en el medio ambiente, en nuestra flora bacteriana en la tierra, el mar y  el tracto digestivo de los animales.

Las Bacteriodetes incluyen el género Bacteroides, un organismo abundante en las heces de animales de sangre caliente incluyendo los seres humanos.

De ahí la importancia de evitar el exceso de grasas triglicéridos y colesterol en la dieta. Sin embargo, hay muchas personas que abusan de las comidas ricas en grasas y no parecen desarrollar esta enfermedad.

En un estudio reciente de la revista Journal of Lipid Research (http://www.jlr.org/) se ha estudiado la contribución de estas bacterias al desarrollo de la aterosclerosis y la  enfermedad cardiovascular.
Hizo análisis de extractos lipídicos de la arteria carotídea humana y de individuos jóvenes y se demostró consistentemente la presencia de diversas clases de lípidos extraños (dipeptida serina, Lipido 654, y el Lípido 430) que proceden de bacterias.

Los niveles relativos de Lípido 654 / Lípido 430 de bacterias orales e intestinales comunes, suero humano y muestras de cerebro de adultos sanos eran mucho menores que los de individuos con enfermedad periodontal.


Más importante aún, la relación de lípidos 430 / lípidos 654 fue significativamente elevada en las carotídeas en comparación con las muestras de la arteria de control.

Estos resultados sugieren que las bacterias comensales Bacteriodetes del intestino y la cavidad oral pueden contribuir a la patogénesis de la aterosclerosis a través del depósito de lípidos de serina dipéptido y de metabolitos en las paredes de las arterias.

De manera tradicional, los investigadores han asumido que los lípidos provenientes de las dietas ricas en grasas son los responsables de la formación de las placas de ateroma. Una ‘creencia’ que, sin embargo, no explica por qué algunas personas que ingieren elevadas cantidades de alimentos ricos en grasas y colesterol, caso de los huevos, la mantequilla y la carne, no acaban padeciendo una enfermedad cardiovascular.
Como refiere Xudong Yao, co-autor de la investigación, «las diferencias químicas entre los lípidos humanos y los bacterianos dan lugar a diferencias sutiles en el peso de estas moléculas.
En este contexto, y una vez se forman las placas de ateroma en los vasos sanguíneos, el sistema inmunitario pone en marcha una respuesta inflamatoria: los macrófagos y otras células inmunes se introducen en los vasos para ‘comerse’ los lípidos y, así, destruir las placas. En muchas ocasiones, sin demasiado éxito. Y es que en su labor de ‘limpieza’, las células inmunes se multiplican y, lejos de cumplir con su cometido original, acaban ‘anclándose’ y engrosando estas placas, acelerando el desarrollo de la aterosclerosis.
Como apuntan los autores, «en este caso, es posible que, quizás, el sistema inmune desencadene la inflamación porque cuanto se encuentra con los depósitos lipídicos en las paredes arteriales reconoce que estos lípidos no tienen un origen humano».

El siguiente paso será analizar las placas de ateroma en mayor profundidad para ver dónde se acumulan exactamente estos lípidos bacterianos. Como concluye Frank Nichols, «si descubrimos que los lípidos de estas bacterias específicas se disponen dentro de la placa en lugar de en las paredes arteriales, entonces tendríamos una evidencia más convincente de que estas moléculas grasas de las especies de ‘Bacteroidetes’ se asocian a la progresión de la aterosclerosis y, por ende, a la enfermedad cardiovascular»

Extraído de
Reza Nemati, et al. Deposition and hydrolysis of serine dipeptide lipids of Bacteroidetes bacteria in human arteries: relationship to atherosclerosis. J. Lipid Res. 2017 58:(10) 1999-2007. 

1 comentario:

Dose Pharmacy dijo...

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