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lunes, 22 de mayo de 2017

SEÑALIZACION ENTRE INTESTINO Y CEREBRO, cuando tu intestino elige tu dieta




Hasta de ahora se ha estudiado mucho la flora intestinal (microbioma) que se fomenta en las personas obesas y que metabolizando alimentos y fibra hace que se mantengan obesas. Las personas que no son obesas y comen de forma saludable tienen más diversidad en la flora intestinal que las que comen muchos dulces y grasas. Estas personas obesas tienen más especies de bacterias desfavorables que eliminan a las especies beneficiosas.

La microbioma se nutre, entre otras cosas, de fibras, que son elementos que se encuentran en nuestra alimentación, pero que no podemos ni digerir ni absorber.

La fibra alimentaria se encuentra de forma abundante en todas las frutas y hortalizas. Resultan indispensables, por una parte, porque regulan el tránsito intestinal y, por otra, porque son necesarias para el mantenimiento del epitelio intestinal.

Pero las bacterias también necesitan proteínas y cuando no obtienen la necesarias debido a que la dieta  en deficitaria en aminoácidos, producen señales que van hasta el cerebro y provocan la ingesta de alimentos ricos en proteínas.

Este proceso acarrea la producción de ácidos grasos de cadena corta que, aunque parezca un milagro, son precisamente el alimento del que se nutren las células del epitelio. Así pues, favorecen su mantenimiento y, cuando se deteriora, permiten su reparación.

En efecto, el intestino produce ciertos neurotransmisores, como es el caso de la serotonina (la hormona de la felicidad), de ciertas enzimas (peptidasas y lactasa) y de vitaminas (sobre todo B12 y K), así como de numerosas moléculas mensajeras del sistema inmunitario (ARNm). Estas sustancias pueden influir en el estrés que padezcamos e incluso determinar nuestro carácter. Y prueba de ello es que si se le practica un trasplante de microbiota intestinal de un ratón aventurero a los intestinos de un ratón temeroso, éste último se vuelve más valiente.

Por otra parte, estas bacterias parecen ser capaces de producir compuestos químicos que regulan el apetito, la digestión y la sensación de saciedad.

Una investigación apoyada en parte por el proyecto financiado por la Unión Europea FLiACT ha demostrado que las bacterias intestinales se 'comunican' con el encéfalo para controlar la comida que elige su huésped, e incluso identificó dos especies concretas de bacteria que podrían influir en las decisiones sobre la dieta.

La alimentación influye en el equilibrio microbiano del tubo digestivo. Al decidirnos por un bocadillo de panceta o uno de queso puede que estemos aumentando un tipo de bacteria en el intestino y reduciendo la población de otro. Al variar su proporción, secretan sustancias diferentes, activan otros genes y absorben nutrientes distintos.

Ahora, en un artículo publicado en la revista de acceso abierto PLOS Biology, un equipo de neurocientíficos explica que ha descubierto qué tipos concretos de flora bacteriana ayudan al huésped a detectar qué nutrientes faltan en los alimentos y calcular con precisión aquellos que el huésped necesita consumir.

El equipo ejecutó experimentos con la mosca del vinagre Drosophila melanogaster, un organismo modelo que permitió observar las interacciones complejas de la dieta y los microbios y su efecto sobre la preferencia por un alimento u otro.

·         En primer lugar alimentaron a un grupo de moscas con una solución de sacarosa que contenía todos los aminoácidos necesarios.

·         Otro grupo se alimentó con una mezcla que tenía algunos de los aminoácidos necesarios para crear proteínas pero que carecía de otros esenciales que el huésped era incapaz de sintetizar.

·         Al tercer grupo de moscas le eliminaron los aminoácidos esenciales de la comida uno a uno para determinar cuál era el detectado por el microbioma.

Setenta y dos horas después, se ofreció a las moscas de los tres grupos un menú compuesto por la solución azucarada de antes y una levadura rica en proteínas. Los resultados mostraron que las moscas a las que les habían retirado los aminoácidos presentaron menos fertilidad y una preferencia mayor por la comida rica en proteínas. De hecho, el equipo descubrió que la eliminación de un único aminoácido esencial bastaba para aumentar el apetito de las moscas por los alimentos ricos en proteínas.

El equipo de investigación comprobó a continuación el efecto sobre la elección de alimentos de cinco tipos distintos de bacterias presentes normalmente en el intestino de la mosca del vinagre en libertad.

Los resultados superaron las expectativas, pues dos especies concretas de bacterias (Acetobacter pomorum y Lactobacilli) pudieron eliminar el interés agudizado por la comida proteínica de las moscas que se alimentaron con un menú en el que faltaban aminoácidos esenciales. "Con el microbioma adecuado, las moscas del vinagre pueden afrontar esta situación nutricional desfavorable", comentó Zita Carvalho-Santos, miembro del equipo.

"En la mosca del vinagre, existen cinco especies bacterianas principales, mientras que en los humanos hay centenares", añadió Patrícia Francisco, coautora del estudio. De ahí la importancia de utilizar modelos animales sencillos para conocer mejor los factores que podrían resultar cruciales para la salud humana.

Pero todos se preguntaban por el modo en el que las bacterias podrían influir sobre el encéfalo para alterar el apetito. "Nuestra hipótesis inicial fue que estas bacterias podrían estar aportando a las moscas los aminoácidos esenciales que les faltaban», explicó Santos. No obstante, el equipo se dio cuenta de que los experimentos no confirmaban esta hipótesis. Las bacterias intestinales "parecen inducir algún tipo de cambio metabólico que influye directamente sobre el encéfalo y el organismo y que simula un estado de saciedad proteínica", explicó Santos.

Los microbios intestinales podrían tener sus propias razonas evolutivas para comunicarse con el encéfalo; se alimentan de lo que ingiera el huésped y precisan que los huéspedes sean sociales para propagarse por la población. Los datos se limitan por ahora a los modelos animales, pero Ribeiro cree que la comunicación entre el encéfalo y los intestinos puede ser un terreno fértil para el desarrollo de tratamientos para humanos. "Es una vía terapéutica interesante que algún día podría aprovecharse para mejorar comportamientos relacionados con la dieta", concluyó.


Y de:
http://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/journal.pbio.2000862

miércoles, 17 de mayo de 2017

¿RECONOCES QUE TIENES EXCESO DE GRASAS CORPORALES?






Si lo reconoces perteneces al 18% de personas que aciertan en este punto, eres afortunado. El resto de la gente no lo reconoce y nunca le pondrá remedio.

Muchas madres dicen que su niño está algo gordito pero no lo ven obeso, aunque lo sea. 
Las personas mayores creen que es lo normal con la edad, vas acumulando grasas pero no se ven obesas.
Si te gusta mucho el picoteo, no haces deporte, ves mucho la TV y duermes pocas horas tendrías que reconsiderar si vas camino de convertirte en obeso, si no lo eres ya. 

Es cuestión de años, no ocurre de repente. Por ello siempre tenemos la posibilidad de reaccionar a tiempo.

También se tiene el peligro de dejarlo para mañana, total unos gramos de mas no se van a notar. Engordar 5g al dia, durante 10 años significa engordar 18 Kilogramos.

La obesidad es una enfermedad que presenta unas cifras alarmantes en el mundo y también en España». Esta contundente frase fue la primera que pronunció ayer Francisco Tinahones, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo), durante la presentación de una encuesta sobre la percepción que los españoles tienen de su peso.

En nuestro país, un 20 por ciento de los habitantes sufren obesidad. Esta cifra, hace 25 años, estaba en la mitad. Pero lo peor de todo es que quien es obeso no se considera como tal, lo que se traduce en menores posibilidades para hacer frente a la cura de esta patología cuyo día europeo se celebrará el próximo 20 de mayo.

 «Hay que tener en cuenta que la obesidad está ligada a muchos otros problemas como la Diabetes tipo 2, la hipertensión, la artrosis, las enfermedades cardio-vasculares e incluso el cáncer», advirtió ayer Susana Monereo, secretaria de la Seedo.

Picar veinte veces al día
Susana Monereo, también jefa del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Gregorio Marañón advirtió de que el aumento desmesurado de kilos no responde a causas «raras» o incontrolables, sino todo lo contrario: «Tiene que ver con la alimentación (comer mucho, optar por raciones grandes, ingerir grasas y ázucares en exceso o recurrir a dietas milagro); también se vincula al sedentarismo; al estrés (ansiedad o tensión emocional); e incluso, a las horas de sueño (dormir pocas horas o tener un sueño de mala calidad)».

Capítulo especial mereció el picoteo. «Un obeso puede llegar a picar veinte veces al día y suele optar por productos con alto contenido calórico. 

No hablamos de una fruta u otro alimento que se ingiere a media mañana, sino de gente que no deja de abrir la nevera y no para comer un rábano o algo de lechuga; mas bien toman dulces, bolleria , tartas, quesos, etc.», explicó Monereo. 

Un 50,4 por ciento de las personas obesas reconocen picotear normalmente. Esta pregunta se le hizo a toda la población, al margen del peso, y una cuarta parte de los españoles reconocieron picar entre horas, frente a un tercio de ellos que dijeron no hacerlo nunca o casi nunca.

Menos sueño, más ingesta
Respecto a la actividad física, solo un 2 por ciento de los obesos declararon realizar un ejercicio intenso, es decir, que requiera algún tipo de esfuerzo, frente al 6 por ciento del resto de la población con peso normal. «Evidentemente, la fiebre del running y de los gimnasios no ha calado en las personas obesas», aclaró Monereo.

Por si esto fuera poco, los representantes de la Seedo señalaron que al margen de la actividad física intensa, otro grave problema es el del sedentarismo: un 27,4 por ciento de los obesos pasan más de cinco horas sentados después del trabajo o estudio, frente al 12,4 por ciento de la población que tiene peso normal.

El sueño es otro gran problema para nuestro metabolismo. «El que duerme poco, come más», señaló Monerero. «La secreción de hormonas se relaciona con el ritmo circadiano. Por la noche, la insulina baja y la leptina sube, que es la que quita el hambre. 

Por eso, si se duerme mal, si se trabaja a turnos, si hay ruido o hay contaminación lumínica (como la de los móviles), habrá más riesgo de obesidad».

Los representantes de la SEEDO recomendaron, para ponerle solución a este grave problema, modificar al menos un hábito:

  • dormir ocho horas;
  • subir escaleras, en vez de coger siempre el ascensor
  • caminar o hacer deportes; en vez de coger siempre el autobus
  • dejar de picotear; beber mas infusiones
  • comer 5 raciones frutas y verduras todos los días, etc.
Si ninguna de esta soluciones resultan, se plantea la medicación.
El fármaco Misymba (bupropión y la naltrexona), que actúa quitando el «placer» que produce comer.

Y otra opción es Saxenda (liraglutida), que quita el hambre.

Como último recurso la cirugía bariatrica

Extraído De JG.Stegmann http://www.abc.es/sociedad/abci-picoteo-entre-horas-puede-mas-peligroso-crees-201705162159_noticia.html

domingo, 14 de mayo de 2017

SABEMOS LO QUE DEBEMOS COMER PERO COMEMOS OTRA COSA



Imagen: Piramide de la alimentacion saludable de la Socieda Española de Nutricion Comunitaria

Ultimamente los programas de gastronomía en TV están de moda y gozan de buena audiencia. Las consultas sobre alimentación y Nutrición no dejan de crecer en la red. Sabemos más que nunca de como deberíamos comer. En una frase deberíamos seguir la dieta mediterránea. Alimentos frescos , preferentemente vegetales, hortalizas; frutos secos, pescado  y moderación en carnes rojas, lácteos y vino. La piramide nutricional de la SENC lo dice todo gráficamente. Tambien es importante los buenos hábitos, el ejercicio, la correcta hidratación.
Todo esto lo sabemos , pero no siempre lo hacemos por falta de tiempo, pereza, u otras razones.
Hoy el mundo produce mas alimentos que nunca y pueden abastecer a la población mundial. Si hay zonas con hambruna es por la mala distribución, las guerras, la codicia y los negocios de algunos.
Cada vez nos importa más lo que comemos, y no solo por motivos de salud, sino también por el impacto negativo que la producción de alimentos a gran escala tiene sobre la biodiversidad y el medio ambiente.
Lo cierto es que la inquietud por la comida no ha hecho más que ir en aumento. El último culpable señalado es el aceite de palma. Es una grasa saturada perjudicial, sobre todo porque es el ingrediente favorito en productos procesados como la bollería industrial y las patatas fritas. Además, su cultivo intensivo en el sureste asiático ha provocado la destrucción de bosques tropicales, ha puesto en peligro de extinción a gran cantidad de seres vivos, como el orangután, y ha incrementado las emisiones de CO².
“Sabemos de sus efectos nocivos desde los años noventa”, explica Emilio Martínez de Victoria, catedrático de Fisiología en el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada. “Sin este aceite, la pastelería industrial no sería tan apetitosa. A veces se retira como ingrediente y se sustituye por aceite de coco hidrogenado, que aún es peor”, advierte. “Lo que hay que hacer es no comer tantos productos procesados”.

No mata el veneno, sino la dosis. Es lo que piensa José Miguel Mulet, profesor de biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia y autor de Comer sin miedo. “Hay temores infundados, como los transgénicos, los aditivos, el aceite de palma y lo próximo estoy seguro de que va a ser el glutamato, un potenciador del sabor que tiene mala fama, pero tampoco es para tanto”, asegura. Si bien reconoce que el aceite de palma “suele estar en los alimentos más desaconsejables”.
 “Hay mucha información, a veces contradictoria, y esto genera confusión”, coincide el nutricionista Juan Revenga. “La ciencia avanza y lo que ayer era bueno ya no lo es; además los intereses comerciales condicionan los reclamos; los medios a veces desinforman, y, no lo neguemos, los consumidores compramos los mensajes que queremos oír”, añade el autor de Adelgázame, miénteme. Su receta: espíritu crítico y formación.
Por un lado crece la lista de alimentos sospechosos (gluten, leche con o sin lactosa, carne, azúcar), y por otro entran en el cesto de la compra los llamados superalimentos (quinoa y el kale o col rizada), que se ponen de moda.
Por el momento no hay pruebas científicas que indiquen que dejar el gluten o la lactosa beneficie a quienes no tienen una intolerancia.
En cambio, la evidencia indica que, a medida que se incrementa el peso en la dieta de las proteínas vegetales sobre las animales, hay una menor mortalidad cardiovascular y menos diagnósticos de cáncer. En cuanto al azúcar, su abuso se señala como uno de los culpables de la epidemia de obesidad.
Demasiados productos ultraprocesados, muy pocas verduras y frutas, demasiada comida rápida y poca cocina casera. Este es el cóctel letal desde el punto de vista de la salud. Juan Revenga opina que la cocina se ha trasladado al sillón. “Los programas relacionados con la gastronomía tienen grandes audiencias pero la gente no sabe cocinar; se ha cortado la transmisión de la cultura culinaria”, afirma y recomienda dedicar más tiempo a los fogones. “Creo que no hay que dejarse llevar por las modas, y excluir ingredientes de la dieta porque sí, sino saber lo que es sano y le sienta bien a cada uno, sin extremismos”, opina la chilena Antonia Tagle, asesora en alimentación saludable.
Lo ecológico suscita un acalorado debate, como si es mejor para la salud comer una naranja ‘bio’ o una convencional
 “La agricultura moderna (semillas y variedades mejoradas, uso de fertilizantes, y protección de las plantas y de los animales frente a las plagas y las enfermedades) ha sido clave para que la producción creciera a un ritmo suficiente para proporcionar alimentos diversos y de calidad a una población cada vez mayor”, explica Alexandre Meybeck, especialista en cambio climático de la FAO. “Pero hay inconvenientes derivados de prácticas que no siempre han tenido en cuenta una gestión sostenible de los recursos naturales”. El uso intensivo de pesticidas —un negocio en crecimiento que mueve 50.000 millones de dólares al año— es una de las causas de que estén desapareciendo las abejas, de cuya polinización depende gran parte de la producción mundial de alimentos.
El uso de antibióticos en el ganado tiene un gran impacto: está relacionado con la mayor resistencia a estos medicamentos entre los humanos. Además, la producción de carne es un gran generador de emisiones de efecto invernadero. “La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria promueve que los científicos busquemos alternativas para disminuir los antibióticos sin afectar la producción”, explica Martínez de Victoria. “Cada vez nos alimentamos con un número más limitado de especies y se están perdiendo muchas”.

¿Los alimentos ecológicos son una alternativa?
Para Dolores Raigón, está claro el beneficio. La normativa europea obliga a que esta producción esté exenta de “sustancias químicas de síntesis que tienen repercusiones sobre la salud y el medio ambiente”.
Respecto al valor nutricional, la investigadora argumenta que “hay polémica porque las concentraciones de nutrientes son muy variables entre alimentos y las comparaciones son difíciles”. Los avances al respecto, añade, son recientes, porque la existencia de los cultivos ecológicos certificados también lo es.
En su laboratorio, la ingeniera ha detectado, por ejemplo, más vitamina C en cítricos y pimientos. Otros estudios han encontrado un mayor nivel de antioxidantes.
Mulet, un escéptico confeso de lo ecológico, discrepa y pone el acento en que “estos productos en proporción acumulan más alertas alimentarias por contaminación de E. coli o micotoxinas”. Desde el punto de vista nutricional, opina que no existen pruebas contundentes de que sean mejores que los convencionales.
España ha aumentado un 40% en dos años la demanda interna de productos ecológicos y se encuentra entre los 10 países que más los consumen. Brenda Chávez cuenta en Tu consumo puede cambiar el mundo (Península) que España es el líder europeo en ecoagricultura, “la sexta potencia mundial con 1,8 millones de hectáreas”. La periodista detalla cómo la industria se ha alejado de “la alimentación de siempre”, ha monopolizado la producción y reducido la capacidad de los pequeños y medianos productores.

domingo, 7 de mayo de 2017

MODERAR EL CONSUMO DE ACIDOS GRASOS SATURADOS MEJORA LA ARTROSIS




 imagen extraida de : http://www.restauranteibalor.com/menu-card/chuleton-de-buey/
Como sabemos los ácidos grasos saturados y los hidratos de carbono simples, son malos para el sistema cardiovascular porque aumentan el depósito de colesterol en las arterias, se crean placas de ateroma que disminuyen la luz de los vasos, aumentan la presión y si se rompen pueden provocar ictus e infartos de miocardio.
Recientes investigaciones también muestran que el consumo elevado de ácidos grasos saturados (grasas animales y ciertas grasas vegetales como el aceite de palma) pueden dañar los cartílagos a largo plazo y provocar artrosis.
La artrosis es una enfermedad crónica causada por el desgaste del cartílago que une los huesos y las articulaciones, lo que da lugar a que los huesos friccionen y, en consecuencia, aparezca dolor, hinchazón y pérdida de movimiento en la articulación.
De hecho, la artrosis es la principal causa de dolor en las personas mayores, sobre todo en la espalda, cadera, rodillas, pies y manos.
Como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Tecnológica de Queensland en Brisbane (Australia), dietas muy ricas en ácidos grasos saturados parecen aumentar el riesgo de aparición de la artrosis al modificar la composición de los cartílagos, muy especialmente en aquellas articulaciones responsables de aguantar el peso corporal –como la cadera o las rodillas.
El estudio muestra que una dieta con carbohidratos simples y un 20% de grasas saturadas provoca cambios en la rodilla similares a los de la artrosis».
El objetivo del estudio fue evaluar la posible asociación entre la artrosis y el consumo de ácidos grasos comunes en la dieta. Y para ello, los autores evaluaron los efectos sobre las articulaciones de las dietas ricas en ácidos grasos saturados –caso de los que se encuentran en la mantequilla, las grasas animales o el aceite de palma– y en carbohidratos simples –esto es, los azúcares que son descompuestos rápidamente por el organismo para generar energía y que se encuentran en altas cantidades en la bollería y los alimentos procesados.
Los resultados mostraron que los ácidos grasos saturados contenidos en la dieta se depositan en los cartílagos, cambian el metabolismo de estos cartílagos y los debilitan, lo que provoca que sean más susceptibles al daño. Como refiere Yin Xiao, «en nuestro trabajo hemos probado una variedad de ácidos grasos saturados y hemos visto que el uso a largo plazo de grasas animales, mantequilla y aceite de palma puede debilitar el cartílago. Un efecto que, a su vez, puede conllevar la aparición del dolor de la artrosis dada la pérdida del efecto amortiguador del cartílago».
Es más; es posible que el daño provocado por estos ácidos grasos saturados no se limite al cartílago y vaya más allá. De hecho, como apunta el director de la investigación, «también hemos observado cambios en el hueso que se encuentra bajo el cartílago. Unos cambios que también son provocados por la adopción de una dieta rica en grasas saturadas».
En consecuencia, parece que los ácidos grasos pueden causar la inflamación de la articulación y su entorno y, por ende, la degradación del cartílago. Sin embargo, no todos los ácidos grasos son iguales ni parecen producir este efecto, por lo que lo único que habría que hacer es sustituir estos ácidos por otros más saludables–caso, como muestran los resultados, del ácido láurico, tipo de ácido que constituye cerca del 50% de todos los ácidos grasos presentes en el aceite de coco. O también por el aceite de oliva o de girasol.
Como indica Sunder Sekar, «en nuestro estudio sustituimos la grasa animal de la dieta por ácido láurico y observamos una reducción de los signos del deterioro del cartílago y del síndrome metabólico, por lo que parece que tiene un efecto protector. Así, el reemplazo de las dietas con ácido láurico procedente del aceite de coco por ácido palmítico derivado del aceite de palma o ácido esteárico presente en las grasas animales tiene el potencial de empeorar el desarrollo tanto de la artrosis como del síndrome metabólico».
Es más; también es posible que, como ya mostrara un estudio previo llevado a cabo por los mismos autores, el uso de fármacos antioxidantes y para reducir los niveles de colesterol puedan frenar la progresión del daño articular causado por los ácidos grasos
Extraído de:
http://www.abc.es/salud/enfermedades/abci-dietas-ricas-grasas-y-carbohidratos-provocan-desarrollo-artrosis-201704181448_noticia.html

viernes, 5 de mayo de 2017

EL CEREBRO SE OXIGENA MEJOR HACIENDO CIERTOS EJERCICIOS




El impacto del pie sobre el suelo a un ritmo regular ejerce una presión sobre los componentes del cuerpo (músculos, huesos, arterias, cartílagos, etc.) propiciando el aumento del flujo sanguíneo, el fortalecimiento de los huesos, la nutrición de los cartílagos y el desarrollo de los músculos. El efecto es más pronunciado cuando se corre, taconea, baila y algo menor caminando y todavia menor pedaleando. Pero en todos los casos el aumento de la perfusión sanguínea en el cerebro tiene efectos fisiológicos y psicológicos muy saludables.
Es bien conocido que caminar es bueno para el cuerpo, pero no sólo se benefician el corazón y los músculos, sino también el cerebro, como revela un estudio preparado para presentar en la reunión anual de la Sociedad Fitopatológica Americana en Biología Experimental 2017 (Chicago). Investigadores de la New Mexico Highlands University (NMHU), en Las Vegas, Estados Unidos, encontraron que el impacto del pie durante el caminar envía ondas de presión a través de las arterias que modifican significativamente y pueden aumentar el suministro de sangre al cerebro.

Hasta hace poco, se pensaba que el suministro de sangre al cerebro (flujo sanguíneo cerebral o CBF, por sus siglas en inglés) era involuntariamente regulado por el cuerpo y resultaba relativamente poco afectado por los cambios en la presión sanguínea causados por el ejercicio o el esfuerzo.
El equipo de investigación de NMHU y otros encontraron previamente que el impacto del pie cuando se corre (4-5 fuerzas G) causaba impactos significativos relacionados con el retroceso (flujo hacia atrás) de las ondas a través de las arterias que se sincronizan con la frecuencia cardiaca y velocidad para regular dinámicamente la circulación de la sangre al cerebro.

En el presente estudio, el equipo de investigación utilizó un ultrasonido no invasivo para medir la velocidad de las ondas de la sangre de la arteria carótida interna y los diámetros arteriales para calcular el CBF hemisférico a ambos lados del cerebro de 12 adultos jóvenes sanos durante el reposo, erguidos y caminando (a una velocidad de 1 metro/segundo). Mejor que hacer bici

Los investigadores encontraron que, aunque hay un impacto más ligero del pie asociado con caminar en comparación con correr, caminar todavía produce ondas de presión más grandes en el cuerpo que elevan perceptiblemente el flujo de sangre al cerebro.

Si bien los efectos de caminar sobre CBF fueron menos dramáticos que los generados por correr, fueron mayores que los efectos vistos durante el ciclismo, que no implica ningún impacto del pie. "Nuevos datos ahora sugieren fuertemente que el flujo sanguíneo del cerebro es muy dinámico y depende directamente de las presiones aórticas cíclicas que interactúan con los pulsos de presión que surgen de los impactos en el pie", escribieron los investigadores. "Hay efectos hemodinámicos continuos en el flujo sanguíneo del cerebro humano por pedalear, caminar y correr.

Especulativamente, estas actividades pueden optimizar la perfusión cerebral, la función y el sentido general de bienestar durante el ejercicio", añade. "Lo que es sorprendente es que nos llevara tanto tiempo medir finalmente estos efectos hidráulicos obvios en el flujo sanguíneo cerebral", explica el primer autor Ernest Greene. "Hay un ritmo optimizado entre el flujo sanguíneo del cerebro y andar.

Las velocidad de los pasos y sus impactos del pie están dentro del rango de nuestras frecuencias cardiacas con ejercicio vigoroso (alrededor de 120/minuto), es decir cuando estamos andando con rapidez", añade este investigador de la NMHU.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/3023664/0/caminar-beneficia-cerebro-montar-bici/#xtor=AD-15&xts=467263