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lunes, 4 de octubre de 2010

Ejercicio físico produce cambios fisiológicos y psicológicos beneficiosos


En las competiciones deportivas y mas si cabe en caso de deportes de resistencia (como el ciclismo y el maratón), el deportista está sometido a un alto nivel de estrés físico y psíquico. Ello provoca a través de las interrelaciones de los sistemas nerviosos, endocrino, inmunitario y músculo esquelético la producción y liberación de catecolaminas, hormonas, factores inflamatorios / anti-inflamatorios y factores oxidantes / anti- oxidantes.
El efecto de la liberación de las mencionadas sustancias en el organismo, durante la competición y en las horas siguientes, depende del tipo y duración de la prueba deportiva, del estado nutricional del deportista y de su personalidad (Suzuki et al., 2002).
En general con la práctica regular del deporte de resistencia como el ciclismo; se consigue a largo plazo efectos cardiosaludables, se mejora de la composición corporal aumentando la masa músculo-esquelética y disminuyendo las grasa corporal (Church TS, et al., 2004) , se mejora la sensibilidad a la insulina (Kriska AM, et al., 2003), se baja la HTA (Paffenbarger RS Jr, et al., 1983), se reduce la mortalidad (Schnohr P, et al., 2003) y se consigue un bienestar psíquico después de superada la fase de estrés que acompaña a la competición.
En las horas que siguen a la competición se nota el efecto beneficioso de las endorfinas producidas en el ejercicio, se reparan los daños musculares, la posible inflamación producida durante el ejercicio revierte; por los factores antiinflamatorios y los antioxidantes que eliminan los radicales libres producidos, se recargan las reservas de glucógeno y se fortalecen los sistemas cardio-respiratorio y músculo-esquelético.
El ejercicio practicado regularmente potencia el sistema antioxidante (Powers SK, et al., 1999).
También el ejercicio tiene efectos neuronales por aumento en el hipocampo del Neuropéptido Y (NPY) según estudios en ratones (Bjornebekk A et al., 2006). El descenso de los síntomas de la depresión, sin embargo, la causa del buen estado de ánimo no provenía de las actividades en sí, sino de su comportamiento predispuesto a la hora de realizar un ejercicio y su carácter voluntario (Demoor MH et al., 2008).
Está ampliamente aceptado que el ejercicio físico practicado de forma regular contribuye al mantenimiento de la salud por la prevención eficaz contra las enfermedades crónicas (diabetes, obesidad, hipertensión, hipercolesterolemia) y enfermedades cardiovasculares (Schnohr P. et al., 2000), sirve eficazmente para el control del peso y aumenta el bienestar psíquico de las personas que lo practican.
Para disminuir el tamaño de los adipocitos abdominales subcutáneos se necesita además de dieta hipocalórica el ejercicio, según estudios longitudinales de 20 semanas con mujeres de mediana edad con sobrepeso (You Tet al., 2006).
Una protección incrementada en contra de la lesión cardiaca producida por los radicales es un mecanismo potencial que puede ser usado para explicar la protección cardiaca relacionada con el ejercicio. Los radicales libres son moléculas altamente reactivas que se producen en mas cantidad durante el ejercicio en todos los músculos incluido el miocardio.
De hecho, ahora se sabe que los radicales juegan un papel clave en la lesión miocárdica durante la isquemia y reperfusión de glucosa-insulina-potasio (Downey et al. 1990).”La fatiga cardiaca crónica se produce en los deportistas de alta competición cuando están sometidos a un entrenamiento intenso en periodos de tiempo prolongados”, según Araceli Boraita, jefe del Servicio de Cardiología del Centro de Medicina del Deporte del CSD de Madrid, en las VIII Jornadas de Medicina y Deporte de Alto Nivel, 2006; que se han celebrado en la sede del Comité Olímpico Español en Madrid.
Este síndrome es de difícil diagnóstico clínico y la mayoría de las veces se sospecha por una reducción del rendimiento deportivo.
Para su diagnóstico clínico existen varios parámetros bioquímicos, como las troponinas cardiacas o los péptidos natriuréticos, tanto el BNP como el ANP, cuya elevación tras grandes esfuerzos deportivos marcan la aparición del síndrome.
Sin embargo, sus alteraciones son transitorias y reversibles. “Se normalizan a las 48 horas, lo que avala la hipótesis de que el fenómeno de fatiga cardiaca aguda es transitorio y no afecta, al menos a corto plazo, a la funcionalidad cardiaca”.
El síndrome, “tanto en la fase aguda como en la crónica no suele producir necrosis miocárdica. Asimismo, reducir la intensidad del entrenamiento mejora estos parámetros”.

1 comentario:

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