Imagen extraida de : http://www.xenciclopedia.com/post/Anatomia/Intestino-Grueso.html
Como sabéis en el cuerpo humano tenemos 10
bacterias en el intestino por cada célula del cuerpo humano. Dichas bacterias
son en su mayoría beneficiosas para nosotros porque transforman la fibra
alimentaria en otras sustancias que podemos aprovechas y porque impiden que las
bacterias que no son beneficiosas proliferen demasiado y nos causen
enfermedades.
Estas bacterias están en el epitelio de las
vellosidades intestinales, sobre todo en el colon y se les llama comúnmente flora
intestinal o microbiota.
Son centenares de especies de bacterias y
levaduras las que constituyen la microbiota.
La microbiota se nutre, entre otras cosas,
de fibras, que son elementos que se encuentran en nuestra alimentación, pero
que no podemos ni digerir ni absorber.
La fibra alimentaria se encuentra de forma
abundante en todas las frutas y hortalizas. Resultan indispensables, por una
parte, porque regulan el tránsito intestinal y, por otra, porque son necesarias
para el mantenimiento del epitelio intestinal. A
las
bacterias y levaduras que recubren la mucosa intestinal les encantan las
fibras. Realmente, las bacterias y levaduras fermentan las fibras para
degradarlas y absorberlas. Este proceso acarrea la producción de ácidos grasos
de cadena corta que, aunque parezca un milagro, son precisamente el alimento
del que se nutren las células del epitelio. Así pues, favorecen su
mantenimiento y, cuando se deteriora, permiten su reparación.
En efecto, el intestino produce ciertos
neurotransmisores, como es el caso del 95% de la serotonina (la hormona de la
felicidad), de ciertas enzimas (peptidasas y lactasa) y de vitaminas (sobre
todo B12 y K), así como de numerosas moléculas mensajeras del sistema
inmunitario (ARNm). Estas sustancias pueden influir en el estrés que padezcamos
e incluso determinar nuestro carácter. Y prueba de ello es que si se le
practica un trasplante de microbiota intestinal de un ratón aventurero a los
intestinos de un ratón temeroso, éste último se vuelve más valiente.
Por otra parte, estas bacterias parecen ser
capaces de producir compuestos químicos que regulan el apetito, la digestión y
la sensación de saciedad.
Investigadores de los Países Bajos
descubrieron que, al trasplantar la microbiota de ratones delgados en los
intestinos de ratones con síndrome metabólico (obesidad, diabetes e infecciones
vinculadas a la disminución de la sensibilidad a la insulina), se observaba un
aumento pronunciado de la sensibilidad a la insulina de los ratones enfermos y,
por tanto una mejora de su estado.
Si no se alimenta bien el epitelio
intestinal, puede sobrevenir un aumento de la permeabilidad intestinal, en
concreto en aquellas personas con intolerancia al gluten y a las proteínas de
la leche de vaca. Las bacterias patógenas, proteínas e hidratos de carbono que
no se hayan digerido adecuadamente pueden pasar a la sangre y desencadenar
reacciones inmunitarias adversas. La consecuencia de ello es una inflamación
crónica que, con el tiempo, puede provocar la aparición del síndrome
metabólico, además de numerosas enfermedades crónicas vinculadas, como la
colopatía funcional, enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo 2 e
incluso cáncer.
Los investigadores han demostrado, además,
que el intestino es anormalmente permeable ante casos como la enfermedad de
Crohn, la espondilitis anquilosante, la artritis reumatoide, la diabetes de
tipo 1 y, probablemente, ante la mayoría de las enfermedades autoinmunes.
Hoy en día los médicos cuentan con la
posibilidad de realizar trasplantes de microbiota. En realidad, se trata de
extraer las heces del colon de una persona (sana) con el fin de introducirlas
en el colon de una persona enferma. Se ha comprobado la eficacia de esta
práctica en el tratamiento de personas infectadas por una bacteria patógena que
se ha hecho resistente a los antibióticos, la Clostidrium difficile, causante
de una enfermedad infecciosa que se ha triplicado en diez años en Estados
Unidos y que se asocia a 14.000 muertes al año. En Canadá se ha cuadruplicado
desde 2003.
Pero, antes de recurrir a medidas extremas,
podemos seguir también una serie de hábitos respecto a nuestro modo de vida
para recuperar una microbiota de calidad que nos proteja eficazmente de los
ataques bacterianos, cuide nuestra inmunidad intestinal y disminuya el riesgo
de enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo 2 y cáncer:
Antes de tomar antibióticos, hay que asegurarse con el médico o el
terapeuta que es indispensable y que no hay otra solución para tratar la
enfermedad o el problema que padezcamos.
No abuse de los productos de limpieza domésticos. Nuestro entorno debe
estar limpio; pero hay que evitar que esté demasiado esterilizado.
Evite los limpiadores antibacterias, sobre todo, las soluciones de
limpieza para las manos que se encuentran hoy en día por todas partes (a menos,
claro está, que por su profesión -dentista, cirujano, enfermero, etc.- se vea
obligados a ello o exista riesgo de epidemia).
Deje que los niños jueguen al aire libre y acaricien a los animales.
Haga jardinería. Retome el contacto físico con la naturaleza.
Consuma alimentos prebióticos, ricos en fibras, para nutrir la
microbiota: leguminosas (alubias, garbanzos, lentejas, etc.), cereales
integrales (arroz, espelta, avena, etc.), cebollas, puerros y otras hortalizas,
aguacates, plátanos, peras y otras frutas de temporada.
Consuma alimentos que contengan bacterias probióticas: yogur, chucrut,
pepinillos, aceitunas fermentadas…
Disminuya el consumo de comida rápida, ya que son alimentos que, además,
se digieren mal. Muchos alimentos modernos, ricos en grasas saturadas y
almidón, apenas contienen fibras y no ofrecen por tanto nada interesante para
que fermente en el intestino grueso, por lo que nuestras amigas las bacterias
se debilitarán.
No abuse de los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos
(ibuprofeno, aspirina, etc.), ya que aumentan la permeabilidad.
En las personas obesas sus bacterias
intestinales aprovechan hasta un 20% de las calorías que ingieren utilizando
los hidratos de carbono que comen.
En todas las personas nuestras bacterias
intestinales que forman la micro-biota digieren los hidratos de carbono y
producen ácidos grasos de cadena corta que son cardiosaludables, productos de
la fermentación de los azucares presentes en los hidratos de carbono y
desgraciadamente también generan los molestos gases.
Según la micro-biota de cada uno cuando, si
come exceso de hidratos de carbono, estos pueden fermentar en el intestino y
los gases que se producen pueden dar molestias.
Según las bacterias que
predominen en nuestro intestino se producirán gases mas o menos desagradables:
metano, sulfhídrico.
Individualmente debemos
conocer que alimentos nos perjudican con estas molestias intestinales para ir evitándolos.
Como ultimo remedio a
nuestros males se puede hacer un trasplante de una microbiota amiga poco
productora de gases desagradables como el sulfidrico, para que remplace a la
enemiga que tenemos.
Alimentos:
La fibra es un nutriente
esencial para la digestión, la cual ayuda a conservar los microorganismos beneficiosos
Frutas con fibra:
Aguacate.rándano.Frambuesa.Manzana.Limón.Mora.Plátano.Caqui.Naranja.
Verduras ricas en fibra:
Alcachofas.
Guisantes.Níscalos.Judías verdes.Coliflor.Espinacas.Remolacha.
Los alimentos probióticos son
una fuente de bacterias vivas y ácido láctico que, además de apoyar el
equilibrio de la flora, también ayudan a fortalecer el sistema inmunológico.
Eso sí, es importante saber
que no todos los probióticos son iguales ni tienen los mismos beneficios. Por
ejemplo, los hay que son buenos para el colon irritable, pero no tienen efecto
alguno sobre las alergias o la diarrea.
Lo que sí podemos afirmar es
que las bifidobacterias, presentes en algunos yogures y lácteos fermentados,
son muy buenas para mejorar la salud digestiva y mejorar las defensas.
Los Prebióticos son sustancias vegetales no digeribles que
forman parte de diversos alimentos. Su función principal es la de estimular el
crecimiento de las bacterias dentro del colon, impulsando al mismo tiempo su actividad.
Una vez llegan al intestino
sirven como alimento para las bacterias benéficas como los lactobacillus y las bifidobacterias.
Además, está comprobado que
su consumo regular facilita la absorción de calcio y hierro, lo que contribuye
a prevenir los la osteoporosis.
Entre los alimentos
prebióticos se incluyen:
Alcachofas, achicoria y
banana: Aportan inulina, un prebiótico natural.
Legumbres, patata y boniato:
Contienen rafinosa y estaquiosa.
Ajo, cebolla y puerro:
Contienen derivados de la inulina y fructooligosacáridos.
Trigo, avena y cebada:
Aportan inulina.
Espárrago: Son fuente de
fructooligosacáridos.
En caso de que tenga
problemas digestivos desde hace tiempo (estreñimiento, diarrea, alternancia de
ambos, hinchazón abdominal, gases fétidos…), es el momento de preocuparse de regenerar
la microbiota mediante un tratamiento específico.
Pero también es preciso regenerar el
epitelio intestinal, que debe formar de nuevo una barrera infranqueable e
impermeable frente a los diversos agentes dañinos o patógenos. Para ello es
necesario aportar agentes reparadores como la glutamina, fosfolípidos,
colágeno, vitaminas del grupo B, C, E y carotenoides.
El medio intestinal constituye la primera
línea de defensas naturales del organismo. Por ello, conviene estimular la
inmunidad gracias a una selección de nutrientes: las bacterias amigas o las
inmunoglobulinas de calostro contribuyen a la resistencia natural del intestino
frente a las agresiones del entorno.
De igual manera, los oligoelementos (cobre,
selenio, zinc), las vitaminas A, B6, B9, B12 y C participan en la actividad
normal del sistema inmunitario.
Estos prebióticos, probióticos y nutrientes
específicos pueden encontrarse en establecimientos ecológicos serios.
Cada uno debe de probar hasta
encontrar su solución.
Por último, conviene controlar el estrés y seguir
hábitos saludables.
Extraído de Juan-M. Dupuis en http://www.saludnutricionbienestar.com/somos-los-microbios-y-somos-sus-amigos/
Y
de:
1 comentario:
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