El ejercicio fisico conlleva un gasto energético. La energía no se almacena por lo que que el
cuerpo la genera utilizando principalmente las grasas (acidos grasos) y los hidratos de carbono
(transformados en glucosa).
Las grasas se pueden almacenar en cantidad
considerable en el tejido adiposo, pero la glucosa tiene mayores limitaciones para
almacenarse y lo hace en forma de glucógeno muscular y hepático. Esas reservas de glucógeno las utilizan los organos del cuerpo (el cerebro principalmente) mientras estamos en ayunas, por ejemplo.
Las reservas de glucógeno
son pues el factor limitante para que el cuerpo genere el trabajo muscular. Un
deportista que tenga a tope las reservas de glucógeno al comienzo de la competición
podrá desarrollar más potencia durante más tiempo de competición. El entrenamiento y la alimentación del
deportista tienen como objetivo conseguir que se puedan aumentar esas reservas y que se puedan utilizar de forma mas eficiente. Y ello se consigue de forma progresiva despues de muchas horas de entrenameiento (no hay milagros que suplanten a un buen entrenamiento).
Pero las adaptaciones producidas
por el entrenamiento tienen un límite y dependen de una buena recuperación y de los genes de cada uno. Si la recuperación no se hace correctamente tiene lugar el fenómeno de sobre-entrenamiento (mas cansancio y menos rendimiento) y mas dolor y la lesión.
Dichas adaptaciones fisiológicas en gran parte están relacionadas con el metabolismo energético, y tienen como resultado la producción de mayor cantidad de energía durante la competición y de forma mas eficiente.
Dichas adaptaciones fisiológicas en gran parte están relacionadas con el metabolismo energético, y tienen como resultado la producción de mayor cantidad de energía durante la competición y de forma mas eficiente.
Las reservas de glucógeno
se consumen a velocidad creciente con la intensidad del ejercicio y duran
aproximadamente unos 90 min. a 60%-80% de VO2 max, o bien unos 30
min. a 90%-130% de VO2 max.
El entrenamiento produce adaptaciones fisiológicas lo que
permiten menor utilización de los HdeC (reservarlos durante mas tiempo), menor consumo de oxígeno, mayor
capacidad oxidativa, mayor resistencia, menor inflamación y menor fatiga. La
mejora en la producción de energía aeróbica se consigue aumentando la expresión de los genes
adecuados para tener mas mitocondrias y que estas sean mas grandes y nos
permitan oxidar mas cantidad de sustrato (ácidos grasos y glucosa) por unidad de tiempo.
El tener altas
las reservas de glucógeno se debe a una buena temporada de entrenamiento y a la alimentación adecuada, y no dependen de tomar suplementos
alimenticios o de seguir dietas milagro.
La
publicidad de suplementos deportivos, las revistas especializadas y el clásico
entorno de los gimnasios nos ha hecho creer que el deportista, ya sea amateur
o profesional, ha de comer diferente que el resto de la humanidad.
A pesar de
lo extendido de esta idea lo cierto es que, en esencia, se trata de un
grandísimo error.
Sin ir más lejos el American College of Sports Medicine
defiende junto con las asociaciones americana y canadiense de dietética en un documento de posicionamiento que “la alimentación de los
deportistas no debe ser sustancialmente diferente de aquella recomendada para
la población general”.
En este
artículo no se pretende dar consejo personalizado a todos aquellos deportistas
de diversas disciplinas deportivas que buscan en la alimentación, nutrición o
suplementación una especie de piedra filosofal que les ayude a superar sus
retos personales. Al contrario: solo se intenta poner un poco de cordura en un
terreno especialmente abonado para la superchería científica en base a
alegaciones milagrosas, promesas complacientes y pócimas secretas.
Mantenerse
activo mejora tu pronóstico de salud. La OMS sostiene que las personas inactivas tienen
entre un 20 y un 30% más de probabilidades de morir de forma prematura frente a
aquellos que hacen al menos 150 minutos a la semana de actividad física
moderada. En la misma línea, un interesante estudio publicado en la prestigiosa revista
The Lancet estima que la inactividad física es causa, en todo el mundo,
del 6% de las enfermedades coronarias, el 7% de las diabetes de tipo 2, el 10%
de los cánceres de mama y otro 10% de los cánceres de colon.
Es posible
que en estas circunstancias también te hayas preguntado por el papel de la
alimentación en tu salud, rendimiento o a la hora de cumplir metas deportivas.
Y haces bien. Por el lado de la salud, es probable que esa enhorabuena por
hacer ejercicio sea doble: está bien contrastado que quien hace ejercicio, por
lo general, suele comer mejor que la población inactiva.
Vayamos con
el rendimiento, en el que también está bien asumido que la dieta desempeña un
papel crucial. Importante, pero no único: ese rendimiento se va a ver afectado
por múltiples elementos –personales (genéticos), relativos al entrenamiento,
socioeconómicos y ambientales– tan importantes, o más, que la alimentación
aislada.
El
dietista-nutricionista Julio Basulto, uno de los profesionales de este
terreno más reconocidos en España –y autor junto a Juanjo Cáceres del recomendable libro Comer y correr– lo tiene bien claro: “Lo primero
que llama la atención en el bonito mundo de la alimentación y de los
complementos dietéticos ligados al mundo deportivo es que se trata de una
cuestión atrozmente compleja. Todo tiene que estar embebido de algo bioquímico,
inmunológico, insulínico, gluconeogénico, fitoquímico, polifenólico,
neurológico, proteínico, aminoacídico, enzimático, hidrolítico, metabólico, catabólico,
anabólico… e hiperbólico”. Es decir, en este terreno es habitual el uso una
serie de términos que, bien empleados, son habituales en el mundo académico de
las ciencias de la salud; pero que se convierten en moneda de uso corriente en
la jerga cientifista de monitores de gimnasio y otros arribistas de la venta
suplementadora.
Resulta
imposible abordar en un artículo de estas características todos y cada uno de
los conceptos buenrollistas que rodean el mundo de la nutrición deportiva; pero
desgranaremos algunos de los más recurrentes.
- La ventana anabólica: este concepto plantea la importancia de incluir determinados nutrientes –especialmente proteínas e hidratos de carbono– en estrechas "ventanas temporales" antes, durante y principalmente después del ejercicio, con el fin de propiciar la reconstrucción del tejido muscular dañado y restaurar las reservas de energía. Se trataría de una estrategia que aunaría nutrición y entrenamiento de modo indivisible, todo ello para ayudar a mejorar tanto la composición corporal como el rendimiento deportivo y reducir el tiempo de recuperación.
Sin embargo, a pesar de su extensa popularización en las dos últimas décadas y
de poder encontrar decenas de estudios publicados poniendo en alza las virtudes
de la "ventana anabólica", lo cierto es que sus supuestos beneficios
no están del todo claros. De hecho, un reciente ensayo reniega, con todas las letras, del
concepto: “Nuestros hallazgos refutan la existencia de una estrecha ventana
posterior al ejercicio anabólico con el fin de maximizar la respuesta muscular;
en su lugar se apoya la teoría de que el intervalo para la ingesta de proteínas
puede ser tan amplio como varias horas o tal vez más después del entrenamiento
en base a la comida anterior al entrenamiento”.
- Aminoácidos de cadena
ramificada: muy en
relación con el anterior concepto –son una especie de común denominador en
el uso de la famosa ventana– hace referencia a una clase de aminoácidos
esenciales con un radical alifático, entre los que destacan la leucina, la
isolueucina y la valina. Explicado de forma muy breve y gráfica, los
aminoácidos en general serían las cuentas con las que se construyen los
collares de proteínas. A los ramificados, además se les atribuye con
bastante fundamento la regulación de la síntesis y degradación de
proteínas. Al mismo tiempo, pueden ser utilizados llegado el momento para
aportar energía por vía anaeróbica.
Pero la utilidad de suplementos a base de aminoácidos de cadena ramificada o de cualquier otro tipo de aminoácidos o proteínas está, por decirlo de forma sutil, en entredicho. Al menos cuando se compara esta suplementación con la inclusión de esas proteínas en forma de comida en la dieta habitual. Así lo pone de manifiesto este reciente estudio de revisión cuando concluye que la ingesta total de proteína diaria tiene más peso en el efecto a largo plazo que el momento de la administración (la famosa ‘ventana’) o la calidad de dicha proteína. Aunque admite una posible e importante variabilidad interpersonal en este tipo de estrategias, un dato que ya nos debería hacer sospechar, al menos, ante cualquier discurso totalizador y generalista sobre la bondad de este tipo de suplementos. - Por esta razón el manual Nutrición y Dietética Clínica aconseja procurar cubrir nuestras necesidades proteicas a partir de una dieta adecuada cuando se hace ejercicio.
- Bebidas de reposición: llegamos a una cuestión sensiblemente diferente de las anteriores, ya que está más que contrastado que los factores que más contribuyen al desarrollo de fatiga durante el ejercicio y al retraso en la recuperación son la disminución de los hidratos de carbono almacenados en forma de glucógeno en el organismo, y la aparición de cierta deshidratación fruto de la pérdida de agua y electrolitos a través el sudor. Pero tampoco en este campo es necesario caer en la complacencia cientifista para hacer las cosas bien. Según el Documento De Consenso De La Federación Española De Medicina Del Deporte Sobre Bebidas Para El Deportista. Composición y Pautas De Reposición De Líquidos, “en general una dieta equilibrada y una correcta hidratación son la base para cubrir los requerimientos nutricionales en la mayoría de las personas que hacen deporte”, haciendo un especial llamamiento a las diferentes condiciones ambientales, personales y de cada disciplina deportiva que condicionarán esas necesidades particulares.
- Así, toda bebida de reposición debería cumplir tres objetivos elementales:
- 1º Aportar hidratos de carbono que mantengan una concentración adecuada de glucosa en sangre y retrasen el agotamiento de los depósitos de glucógeno (en pruebas o entrenamientos que se prolonguen durante un tiempo significativo);
- 2º reponer los electrolitos, sobre todo el sodio y,
- 3º la reposición hídrica para evitar la deshidratación.
- Sin embargo, el entorno del
deportista, ya sea aficionado o profesional, abundan las martingalas
reponedoras prometiendo recuperaciones pseudomilagrosas con nombres tan
sugerentes como hydrofuel, go-fuel, topfuel, y otras más en el que el tema
“fuel” es un sospechoso habitual.
La descontextualización máxima en este terreno lo tenemos en la cerveza, en especial con la reciente comercialización de una, pretendida, variante isotónica. Pero no, la cerveza no es una bebida de reposición. Tampoco la autodenominada isotónica. Matizamos el tema porque este producto ha motivado que la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED) y el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (OMC) cierren filas ante este despropósito. Por ello ambas entidades han firmado de forma conjunta un documento poniendo de vuelta y media la supuesta cerveza isotónica, y ya que estaban, dar un repaso al tema de plantear la cerveza como una pretendida bebida de reposición y a la situación de desprotección que sufren los deportistas en estas cuestiones. - Colágeno: dejando en el tintero decenas
de suplementos (equinacea, glutamina, selenio, espirulina, ginseng,
picolinato de cromo, hidroximetilbutirato, vitaminas varias y otros
compuestos de nombre aún más exótico e impronunciable) no me resisto a
comentar la jugada de uno de los que más pegada comercial está teniendo en
los últimos años. Me refiero a los suplementos de colágeno, en sus
diversas variantes o combinado con otras sustancias (la más clásica el magnesio). El colágeno es una proteína
y como tal, una vez ingerida con los alimentos, o suplementos, es troceada
en sus partes constituyentes –los aminoácidos– para que estos y no la
proteína sean absorbidos uno a uno en la mayor parte de los casos.
- Usa el sentido común
Es
imprescindible acabar el artículo tal y como se empezó, haciendo un llamamiento
a la racionalidad.
Por último,
y en el terreno estrictamente de los suplementos y las ayudas ergogénicas
conviene recordar las dos reglas básicas
del profesor Ronald Maughan, miembro condecorado del American College of
Sports Medicine entre otros
muchos méritos, un reconocido profesional en este ámbito que ha consagrado gran
parte de su vida al tema del rendimiento deportivo, el uso de suplementos y la
lucha contra el dopaje:
1ª Regla: Si
el suplemento funciona, probablemente esté prohibido
2ª Regla: Si
el suplemento no está prohibido, probablemente no funcione.
Extraído de Juan Revenda, el Pais
http://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2017/03/14/articulo/1489527521_989939.html
1 comentario:
Thank you for providing such a valuable information and thanks for sharing this matter.
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