Imagen extraída de : https://en.wikipedia.org/wiki/Air_pollution
Está de moda la contaminación de los motores de explosión. Por ejemplo el diésel
contamina menos en dióxido de carbono (que contribuye al calentamiento global)
que el de gasolina, pero contamina mucho más en dióxido de nitrógeno; que es más
peligroso para la salud.
La contaminación del aire se produce cuando se introducen cantidades
nocivas o excesivas de sustancias, incluidos gases, partículas y moléculas
biológicas en la atmósfera de la Tierra. Puede causar enfermedades, alergias e
incluso la muerte a los humanos; también puede causar daño a otros organismos
vivos, como animales y cultivos alimenticios, y puede dañar el entorno natural
o construido. Tanto la actividad humana como los procesos naturales pueden
generar contaminación del aire.
La contaminación del aire interior y la mala calidad del aire urbano
figuran entre los dos problemas de contaminación tóxica más graves del mundo en
el informe The Worst Places Contaminated del World's Worst Institute 2008. De acuerdo con el informe de 2014 de la
Organización Mundial de la Salud , la contaminación del aire en 2012 causó la
muerte de alrededor de 7 millones de personas en todo el mundo, una estimación
más o menos de la Agencia Internacional de Energía.
Cada vez hay más estudios que prueban que la contaminación, el ruido o las
prisas pasan factura a nuestro organismo.El máximo de nuestra longevidad depende de nuestros genes, pero puede acortarse dependiendo del entorno, en particular la contaminación atmosférica.
La buena noticia es que es posible contrarrestar sus efectos nocivos. Agosto
queda atrás y arranca la empinada cuesta de septiembre.
Para los que hoy cambien la costa y la montaña por el metro y la oficina,
hay buenas y malas noticias. La buena es que la ciencia demuestra que, pasados
unos días, la rutina se retoma con facilidad. La mala es que cada vez más
estudios prueban que, una vez digerida la morriña vacacional, la vida urbana
tiene efectos nocivos sobre nuestro organismo.
Por decirlo claro: la ciudad perjudica seriamente nuestra salud. Expertos
como el epidemiólogo Manuel Franco, profesor de la Universidad Johns Hopkins en
Baltimore (EEUU), señalan cuatro dolencias que, como los cuatro jinetes del
apocalipsis urbano, enferman a la población: dolencias cardiovasculares,
cáncer, diabetes y afecciones respiratorias. Y las cuatro están directamente
vinculadas con vivir (o, quizá sobrevivir) entre polución atmosférica en
ciudades.
El daño para la salud depende de la exposición al agente, la edad y el
estado fisiológico de la persona. La exposición es más dañina especialmente
bebés, niños, mujeres embarazadas y otras subpoblaciones sensibles.
La exposición a un contaminante atmosférico de las concentraciones del
contaminante atmosférico con respecto al tiempo empleado en cada entorno y la actividades
particulares (juego, cocinar, leer, trabajar, pasar tiempo en el tráfico,
etc.). Por ejemplo, la tasa de inhalación de un niño pequeño será menor que la
de un adulto. Un niño que realiza ejercicio vigoroso tendrá una tasa de
respiración más alta que el mismo niño en una actividad sedentaria.
Para algunos contaminantes, como el carbón negro , las exposiciones
relacionadas con el tráfico pueden dominar la exposición total a pesar de los
tiempos de exposición cortos, ya que las altas concentraciones coinciden con la
proximidad a las carreteras principales o la participación en el tráfico
(motorizado).
La contaminación del aire es un factor de riesgo significativo para una
serie de enfermedades relacionadas con la contaminación , incluidas las
infecciones respiratorias , las enfermedades cardíacas , la EPOC , los
accidentes cerebrovasculares y el cáncer de pulmón.
Los efectos en la salud causados por la contaminación del aire pueden
incluir dificultad para respirar, sibilancias, tos, asma y empeoramiento de las
afecciones respiratorias y cardíacas existentes.
Estos efectos pueden dar como resultado un aumento en el uso de
medicamentos, aumento en el número de médicos o en el departamento de emergencias
visitas, más ingresos hospitalarios y muerte prematura.
Los efectos en la salud humana de la mala calidad del aire son de gran
alcance, pero afectan principalmente el sistema respiratorio y el sistema
cardiovascular del cuerpo. Las reacciones individuales a los contaminantes del
aire dependen del tipo de contaminante al que está expuesta una persona, el
grado de exposición y el estado de salud y la genética del individuo. Las
fuentes más comunes de contaminación del aire incluyen partículas, ozono,
dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre. Los niños menores de cinco años que
viven en países en desarrollo son la población más vulnerable en términos de
muertes totales atribuibles a la contaminación del aire en interiores y
exteriores. «Lo que más afecta a los humanos es el ozono, el dióxido de
nitrógeno, las PM10 (partículas con un diámetro menor a 10 micras) y las PM 2,5
(menores de 2,5)», señala el epidemiólogo David Rojas, investigador del
Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), impulsado por la Fundación
Bancaria 'La Caixa'.
Dañan el sistema respiratorio, el cardiovascular (provocan infartos), el
cerebro vascular (ictus), el metabólico (diabetes) y afecta al embarazo (bajo
peso de los bebés al nacer y más partos prematuros)», enumera este
especialista.
Para paliar el efecto negativo hay varias alternativas que pasan por
incrementar las zonas verdes en ciudades, cambiar a energías más limpias,
hábitos más saludables (ejercicio físico, alimentación saludable, evitar
exposición a contaminantes, etc.).
La contaminación lumínica es otro factor de riesgo. Y en las grandes
ciudades españolas esto es importante. Lo mismo que la contaminación acústica.
La contaminación lumínica ya se considera un factor dañino en las ciudades
a la altura de la polución. Varios estudios, como el del doctor Charles
Czeisler, de la Escuela de Medicina de Harvard, han constatado que los aumentos
de los niveles de luz artificial producen alteraciones de los procesos
fisiológicos. También se ha demostrado que afecta a los ciclos de sueño y a
algunas funciones neuroendocrinas como la secreción de cortisol y melatonina.
Varias investigaciones señalan la supresión de la síntesis de melatonina
como consecuencia directa de la exposición a la luz artificial nocturna. Cuando
el desajuste es crónico, se conoce como cronodisrupción. A su vez, esta
alteración se relaciona con enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico,
deterioro cognitivo, insomnio o envejecimiento acelerado.
Conclusión: cierren las persianas, bajen las luces de casa y, sobre todo,
eviten las pantallas, tanto de móvil como de ordenador, antes de irse a dormir.
El panorama actual no es muy diferente, pues la causa principal de la
contaminación acústica es el tráfico rodado.
La Agencia Europea del Medio Ambiente calcula que casi 32 millones de
europeos sufre molestias por el ruido, 13 millones padece trastornos del sueño
y se producen 16.600 muertes prematuras y 72.000 hospitalizaciones al año por
esta causa. Mientras, un estudio de ISGlobal estima que, sólo en Barcelona, se
producen más de 1.200 fallecimientos al año atribuibles a la contaminación del
aire o a los niveles de ruido.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) marca un límite máximo de ruido
exterior al que deberíamos estar expuestos: 55 decibelios de día y 40 de noche.
Las personas que soportan de manera continuada el ruido sufren molestias y
altos niveles de estrés, alteraciones de sueño, reducción de la capacidad
cognitiva y un elevado riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y respiratorias.
Asimismo, se ha demostrado que el estrés y las alteraciones del sueño
pueden ocasionar alteraciones hormonales que provocan enfermedades como
diabetes. También existen estudios que relacionan el ruido con la pérdida
auditiva y los trastornos en el desarrollo fetal y de los recién nacidos.
Para mitigar los efectos nocivos de la contaminación acústica en la ciudad,
hay soluciones. Los ayuntamientos ya impulsan campañas de sensibilización, de
movilidad sostenible o medidas como el apantallamiento acústico o el asfalto
poroso. Y siempre quedan los tapones.
Extraido de:
1 comentario:
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