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sábado, 10 de enero de 2015

LA IMPORTANCIA DE UN SISTEMA INMUNE POTENCIADO POR EL EJERCICIO


Como se hace patente cada vez que una enfermedad nos deja postrados en una cama sin ganas de nada, el sistema inmune es una inmensa maquinaria con un gran consumo de energía y una tremenda influencia sobre nuestro bienestar. Para su correcto funcionamiento, es necesario que se mantenga un equilibrio delicado.
Si estamos inmunosuprimidos, las probabilidades de infección aumentan, pero si el mecanismo de defensa está siempre activado, se produce un estado de inflamación crónica que daña los vasos sanguíneos y puede producir enfermedades cardiacas.
El ejercicio provoca un efecto doble que limita estos riesgos.
Por un lado, es inflamatorio pero solo de forma transitoria (mas proinflamatorio cuanto mas extenuante es el ejercicio)  y, por otro, mejora la inmunidad por la recuperación después del ejercicio.
Este efecto puede ser protector y terapéutico ante un buen número de dolencias.

Esta semana ha aparecido un nuevo trabajo que resalta las capacidades terapéuticas del ejercicio. El artículo, publicado en la revista Neurology, mostraba que se podía mejorar el equilibrio, la movilidad y la calidad de vida en personas con párkinson.
Aunque estas mejoras no benefician a las personas que sufren una versión más grave de la enfermedad, en las variantes más leves, un programa de ejercicios para mejorar el ejercicio y la fuerza en las piernas durante entre 40 y 60 minutos tres veces a la semana redujo las caídas en un 70%.
Uno de los efectos más interesantes observados en los últimos años es el de mejorar el sistema inmune. Un estudio presentado en 2012 por investigadores de la Universidad de Nebraska, indicaba que este efecto podía ser de ayuda para reducir las posibilidades de tener una recaída después de superar un cáncer.

Los linfocitos en su sangre encargados de defender el organismo, con 12 semanas de ejercicio, pasaban de una forma senescente, más abundante en organismos envejecidos y que es poco efectiva para combatir la enfermedad, a una forma naíf, capaz de hacer frente a los tumores o a infecciones.

El cerebro también es una diana de la actividad benéfica del ejercicio. Un ejemplo de ello es la depresión. Una situación continuada de estrés puede acabar por provocar esta enfermedad.
Esto sucede porque cuando se encuentra en esa situación, el organismo produce una sustancia conocida como kineurina, que está relacionada con la depresión.

Investigadores del Instituto Karolinska de Suecia observaron que un grupo de ratones diseñados para ser especialmente musculosos, tenían niveles más elevados de una enzima llamada KAT que ratones normales. Esta enzima convertía la kineurina, que además de con el estrés está relacionada con otras enfermedades mentales, en ácido kinéurico, otra sustancia que no es capaz de traspasar la barrera que separa el cerebro del resto del torrente sanguíneo.

“Nuestra hipótesis inicial de investigación era que el músculo entrenado produciría una sustancia con efectos beneficiosos en el cerebro. En realidad, descubrimos lo contrario: el músculo bien entrenado produce una enzima que purga las sustancias dañinas del cuerpo”, afirmaba en un comunicado del Karolinska Jorge Ruas, autor principal de un artículo publicado sobre este trabajo en la revista Cell. “En este contexto, la función del músculo recuerda a la del riñón o la del hígado”, concluía.

Mejorar el equilibrio, darle un empujón al sistema inmune y prevenir la depresión limpiando el organismo de sustancias nocivas son tres de los beneficios del ejercicio que están ayudando a comprender las últimas investigaciones. Tres funciones además, muy útiles después de los excesos habituales de las fiestas navideñas.

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1 comentario:

Dose Pharmacy dijo...

Happiness is good health and a happy memory.