Ciertas culturas
primitivas no entienden la música que promueve la tristeza, el miedo, el dolor,
la angustia. Solamente aprecian la música que anima, que mueve que alegra, que
excita. Notros podemos elegir música melancólica que nos acompañe en un día de
lluvia. Ellos solo entienden la música que en día de lluvia te anima para salir
a cazar.
Aunque la música es un
leguaje universal no todas las culturas valoran de igual forma el significado
de la música que escuchan.
En plena selva congoleña,
miembros de una tribu de pigmeos están sentados frente a un ordenador. Tienen
sensores en sus mejillas y sus frentes y auriculares en las orejas. Los ojos
cerrados, con concentración. Es su primera vez escuchando a Wagner.
A más de 10.000
kilómetros de allí, en Montreal, un grupo de canadienses hace lo mismo. Solo
que lo que ellos escuchan son los cánticos de la tribu para vencer el miedo en
la caza, levantar el ánimo de un pesar u honrar a un muerto.
Tal es el experimento que
han presentado en la plataforma de divulgación científica Frontiers investigadores de la Universidad
McGill de Montreal y de la
Universidad Technische de Berlín.
La conclusión es toda una
sorpresa: “Las respuestas biológicas de ambos grupos fueron muy similares.
Aunque la hipótesis de partida era que el efecto de la música podría ser
universal, no me esperaba que entre dos culturas con tanta brecha la
confirmáramos”, explica Egermann.
La brecha de la que habla
es ciertamente enorme, ya que no solo la tribu no había oído jamás música
occidental, sino que su modo de vida no incluye la electricidad, ni ninguna de
las ventanas al mundo como radio o televisión que vienen con ella.
Todos los fragmentos de
música occidental escuchados por los pigmeos fueron valorados sin excepción
como negativos desde un punto de vista emocional.
Daba igual que se tratara
de una melodía divertida de Star Wars que una
seria o incluso pesarosa, como un fragmento tomado de La lista de Schindler.
Para esta tribu todo lo
escuchado era negativo, como explicaron sus 40 miembros tras largas entrevistas
con los investigadores.
“Para los pigmeos, el significado de la
música solo puede ser positivo. Todas sus canciones son para animar un estado
anímico negativo. Para que el que está triste se alegre, para que el cazador
aterrado gane valor…
No conciben, como los
occidentales, que se dedique la música a transmitir emociones negativas”,
abunda Egermann. Con los canadienses que escuchaban los cánticos pigmeos
ocurrió otra falta de comunicación de distinto orden: “La música en general les
gustaba, pero no entendían su significado ritual.
No captaban la
información que intentan sugerir sus canciones.
No interpretaban el
significado que intentaban evocar los himnos”.
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1 comentario:
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