Estas investigaciones, realizadas con adolescentes, muestran
que un mejor estado de forma física está relacionado con menores niveles de insulina
así como una menor resistencia a la misma, lo que ayuda a prevenir la diabetes.
Del mismo modo, han constatado que adolescentes con una mejor forma física
presentan niveles más controlados de
leptina, relacionada con el control del apetito, lo que ayuda en la
prevención de la obesidad.
En nuestros días, el problema de la obesidad y enfermedades
asociadas como la diabetes ya son una gran realidad entre la población con
especial alarma en jóvenes. Estudiar hábitos de vida saludable que ayuden a
paliar este problema es el objetivo del proyecto europeo HELENA (Healthy Lifestyle
in Europe by Nutrition in Adolescence) en el que colaboran investigadores
de la Facultad de Ciencias de
la Actividad Física y del Deporte de la UPM con la Universidad
de Zaragoza, coordinadora del proyecto, y la Universidad de Granada.
En el marco de este proyecto, los investigadores han constatado que los adolescentes con mayores niveles de fuerza muscular[1] y de actividad física[2] tienen menores niveles de la hormona insulina y de resistencia a la misma, que son aspectos fundamentales para controlar la glucosa y prevenir la diabetes, según afirma el Dr. David Jiménez Pavón, de la Universidad de Zaragoza y antiguo miembro de la Universidad Politécnica de Madrid con la que colabora en estos trabajos.
Además, cuando los adolescentes practican más actividad física o tienen mejor estado de forma poseen niveles más controlados de otra hormona llamada leptina cuyo rol está relacionado con el gasto energético y el control del apetito[3] .
De las investigaciones también se concluye que no sólo es importante el ejercicio, aunque sí parte indispensable, sino que los hábitos de alimentación han mostrado que pueden influir en los niveles de insulina estando más aumentada en el caso de un mal hábito o elección de alimentos.[4]
Estos resultados son de especial relevancia para adolescentes que en edad de crecimiento y asimilación de hábitos están aún en situación de modificar un estilo de vida no saludable por otro más activo y saludable cuyas consecuencias no serán sólo a corto plazo, sino que repercutirán en el resto de sus vidas.
En el marco de este proyecto, los investigadores han constatado que los adolescentes con mayores niveles de fuerza muscular[1] y de actividad física[2] tienen menores niveles de la hormona insulina y de resistencia a la misma, que son aspectos fundamentales para controlar la glucosa y prevenir la diabetes, según afirma el Dr. David Jiménez Pavón, de la Universidad de Zaragoza y antiguo miembro de la Universidad Politécnica de Madrid con la que colabora en estos trabajos.
Además, cuando los adolescentes practican más actividad física o tienen mejor estado de forma poseen niveles más controlados de otra hormona llamada leptina cuyo rol está relacionado con el gasto energético y el control del apetito[3] .
De las investigaciones también se concluye que no sólo es importante el ejercicio, aunque sí parte indispensable, sino que los hábitos de alimentación han mostrado que pueden influir en los niveles de insulina estando más aumentada en el caso de un mal hábito o elección de alimentos.[4]
Estos resultados son de especial relevancia para adolescentes que en edad de crecimiento y asimilación de hábitos están aún en situación de modificar un estilo de vida no saludable por otro más activo y saludable cuyas consecuencias no serán sólo a corto plazo, sino que repercutirán en el resto de sus vidas.
1 comentario:
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