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sábado, 10 de enero de 2015

CIERTAS CULTURAS PRIMITIVAS SOLO ENTIENDEN LA MUSICA QUE ELEVA EL ÁNIMO


Ciertas culturas primitivas no entienden la música que promueve la tristeza, el miedo, el dolor, la angustia. Solamente aprecian la música que anima, que mueve que alegra, que excita. Notros podemos elegir música melancólica que nos acompañe en un día de lluvia. Ellos solo entienden la música que en día de lluvia te anima para salir a cazar.
Aunque la música es un leguaje universal no todas las culturas valoran de igual forma el significado de la música que escuchan.

En plena selva congoleña, miembros de una tribu de pigmeos están sentados frente a un ordenador. Tienen sensores en sus mejillas y sus frentes y auriculares en las orejas. Los ojos cerrados, con concentración. Es su primera vez escuchando a Wagner.
A más de 10.000 kilómetros de allí, en Montreal, un grupo de canadienses hace lo mismo. Solo que lo que ellos escuchan son los cánticos de la tribu para vencer el miedo en la caza, levantar el ánimo de un pesar u honrar a un muerto.

Tal es el experimento que han presentado en la plataforma de divulgación científica Frontiers investigadores de la Universidad McGill de Montreal y de la Universidad Technische de Berlín.
La conclusión es toda una sorpresa: “Las respuestas biológicas de ambos grupos fueron muy similares. Aunque la hipótesis de partida era que el efecto de la música podría ser universal, no me esperaba que entre dos culturas con tanta brecha la confirmáramos”, explica Egermann.
La brecha de la que habla es ciertamente enorme, ya que no solo la tribu no había oído jamás música occidental, sino que su modo de vida no incluye la electricidad, ni ninguna de las ventanas al mundo como radio o televisión que vienen con ella.

Todos los fragmentos de música occidental escuchados por los pigmeos fueron valorados sin excepción como negativos desde un punto de vista emocional.
Daba igual que se tratara de una melodía divertida de Star Wars que una seria o incluso pesarosa, como un fragmento tomado de La lista de Schindler.
Para esta tribu todo lo escuchado era negativo, como explicaron sus 40 miembros tras largas entrevistas con los investigadores.
 “Para los pigmeos, el significado de la música solo puede ser positivo. Todas sus canciones son para animar un estado anímico negativo. Para que el que está triste se alegre, para que el cazador aterrado gane valor…

No conciben, como los occidentales, que se dedique la música a transmitir emociones negativas”, abunda Egermann. Con los canadienses que escuchaban los cánticos pigmeos ocurrió otra falta de comunicación de distinto orden: “La música en general les gustaba, pero no entendían su significado ritual.
No captaban la información que intentan sugerir sus canciones.
No interpretaban el significado que intentaban evocar los himnos”.

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