AREAS CEREBRALES EN EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO Y RELIGIOSO
Procesión en la Semana Santa de Málaga. JESUS DOMINGUEZ
Nuestra mente suele trabajar ahorrando energía y esfuerzo en la medida de
lo posible. Para muchas decisiones utilizamos una forma intuitiva y rápida de
pensar que los saca de los apuros de la vida. Esto nos vale para las
situaciones de rutina para las que nuestra memoria de hechos vividos y
experiencia pasada nos permite decidir rápidamente.
Por ejemplo si mi camino va hacia el sur solo tengo que ver la posición del
sol que sale por el este y se pone por el oeste y orientarme. Si me preguntan
cuantas son dos y dos, sin esfuerzo respondo que cuatro.
Si embargo si me preguntan cuantas son 235+987 ya tengo que hacer un
esfuerzo especial y un calculo en el que intervienen mas áreas cerebrales.
El pensamiento científico es un pensamiento analítico que consiste en
observar ciertos fenómenos y desarrollar un modelo que permita establecer como
están relacionados entre si. Hay que encontrar algo nuevo que antes no existía
y ello exige un gran esfuerzo mental.
Para determinar que es la tierra la que gira sobre si misma y no el sol el
que gira alrededor de la tierra fueron necesarias muchas observaciones,
cálculos de las órbitas e los planetas y un modelo gravitacional que explique
todo ello.
Normalmente el pensamiento científico solo es posible ejercitarlo cuando la
persona tiene uso de razón, ciertos conocimientos científicos y una cierta práctica.
Sin embargo el pensamiento religioso se puede adquirir desde niño siempre
que se viva en un entorno social que te eduque en la existencia de un Dios, de
una moral del bien y del mal, del pecado, etc.
Además esta doctrina religiosa no tiene que ser contrastada con la realidad
ni tiene que evolucionar pues suele ser revelación de Dios que no cambia.
Este pensamiento religioso utiliza áreas cerebrales en parte diferentes de
las del pensamiento científico. Es decir que cuando queremos tratar un fenómeno
con el pensamiento religioso no utilizamos generalmente el pensamiento
analítico y aceptamos de buena fe cosas que serian cuestionables. Cuando
utilizamos el pensamiento científico somos mas críticos, establecemos
hipótesis, un modelo y buscamos que el modelo explique la realidad. Este
pensamiento requiere gran concentración mental y consume mucha energía en las
muchas áreas cerebrales involucradas.
El pensamiento religioso utiliza las áreas cerebrales de la emotividad,
intuición. No requiere contraste con la realidad y utiliza muchas menos áreas
cerebrales que el pensamiento científico.
El pensamiento científico y religioso compiten entre sí en varios niveles.
Por ejemplo, la activación de uno generalmente se debilita el otro.
El conflicto entre ciencia y religión se remonta a hace cientos de años e
incluso es un debate que, aunque ya no con tanta intensidad como hace siglos, sigue
estando presente en nuestros días. Durante
estas fechas en las que los cristianos conmemoran el milagro de la resurrección
de Jesucristo no resulta extraño que este antiguo enfrentamiento vuelva a
ponerse de manifiesto. Y es que, según indica un nuevo estudio, el origen de
este conflicto puede estar en la propia estructura de nuestros cerebros.
Hay numerosos
trabajos publicados que afirman que existen regiones del cerebro responsables
del pensamiento moral o ético que se "apagan" cuando se aplica el
pensamiento científico. Y viceversa
cuando aplicamos el pensamiento religioso apagamos las áreas del pensamiento
científico y analítico y aceptamos mas fácilmente ciertas cosas que no son tan
racionales.
Esta es la cuestión a raíz de la cual ha surgido un nuevo estudio de la
Case Western University y Babson College (EEUU), publicado en la revista PLOS ONE, cuyos resultados determinan que hay dos
mecanismos cerebrales: uno relacionado con la empatía (la percepción social y
emocional) y otro para el pensamiento analítico (en el que se incluye el
conocimiento del mundo físico).
Tony Jack, el investigador principal de este trabajo, explica que además
estos dos mecanismos entran en conflicto o, mejor dicho, "se
suprimen el uno al otro". Parece ser que al creer en un ente
superior o espiritual las personas suprimen las redes cerebrales utilizadas en
el pensamiento analítico y emplean la red empática. Cuando se utiliza el
pensamiento analítico para analizar el mundo físico, sucede lo contrario.
Al enfrentarse a una cuestión ambigua como puede ser un dilema moral, las
diferencias son más claras. "Sabemos que para algunos dilemas morales
difíciles, la red cerebral que cada uno emplea dictamina qué tipo de principios
guían tu respuesta", continúa Jack.
En todo caso, este investigador considera que el conflicto entre ciencia y
religión puede evitarse si cada una de estas actividades realiza su
función, sin extralimitarse e interferir en el cometido de la otra
Extraído de: Maria Perez Avila http://www.elmundo.es/ciencia/2016/03/23/56f29a5922601ded658b4679.html
En otro estudio de la revista PLOS ONE se investigo si era posible aplicar el pensamiento científico y mantener
también la sensibilidad moral.
En paralelo con la tensión histórica entre la ciencia y la religión, los
estudios psicológicos recientes han puesto de manifiesto un conflicto en la
mente de las personas entre pensamiento científico y religioso.
Por ejemplo, la exposición de las personas a los estímulos que la ciencia o
el pensamiento analítico conduce a una reducción en la fe religiosa. Además,
los pensadores intuitivos son más propensos a creer en Dios que pensadores
analíticos. De
manera similar, el mismo estudio también encontró que cuando las personas se le
indujo a pensar de forma analítica, reportan menos creencia en Dios.
Por otra parte, la exposición de las personas a los símbolos religiosos les lleva a más sensibilidad pro-social, y por lo tanto moral
Por otra parte, la exposición de las personas a los símbolos religiosos les lleva a más sensibilidad pro-social, y por lo tanto moral
Por el contrario, la exposición de las personas a argumentos científicos en
el sentido de que el libre albedrío es una ilusión les hace más propensos a ser
infieles en una tarea posterior.
Si se supone la existencia de relaciones causales muy simples entre el
pensamiento religioso, científico y moral, se esperaría que el pensamiento
científico puede conducir a un debilitamiento de la moral.
Un estudio reciente reveló que, en contraste con la expectativa, exponiendo
a la gente a los estímulos de la ciencia les conduce a un aumento de la
sensibilidad moral.
Es evidente que la relación entre el pensamiento científico, religioso y
moral es más compleja de lo que inicialmente asumió.
Dado que la primacía del pensamiento religioso en una persona aumenta el
comportamiento moral y la sensibilidad moral, la primacía del pensamiento
científico cabria de esperar que tenga el efecto contrario.
Sin embargo, se ha demostrado recientemente que por el contrario, el
primacía de la ciencia aumenta la sensibilidad moral.
El presente conjunto de tres estudios
trató de replicar este efecto y poner a prueba dos explicaciones para ello:
Estudio 1 consiste en una tarea para descifrar una frase en la que prima el
pensamiento científico, pero donde no puede medir su efecto sobre la
sensibilidad moral.
Estudio 2 replica el efecto consiguiendo una medida de la sensibilidad
moral.
Estudio 3 probó si las palabras de una frase crean este efecto de la
sensibilidad moral, mediante la activación de la idea de la autoridad secular o
activando el pensamiento analítico.
Se demostró que las palabras relacionadas con la autoridad secular
produjeron un aumento similar en la sensibilidad moral; pero no las palabras
relacionadas con el pensamiento analítico (el nivel de religiosidad de los
participantes no influyó en este hallazgo básico).
Los resultados son consistentes con la hipótesis de que la ciencia como una
institución secular ha superado algunas de las funciones de la religión en las
sociedades modernas.
Bibiografia: When
Science Replaces Religion: Science as a Secular Authority Bolsters Moral
Sensitivity by Onurcan Yilmaz , Hasan G. Bahçekapili. PloS September 11, 2015
1 comentario:
Nice information and positive thinking energy.
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