"Universe expansion2" by Gnixon at English WikipediaLater
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Puede que hay habido
otros Big Bang antes o en paralelo a nuestro Big Bang.
Pero para llegar a esta
hipótesis mas que probada ha corrido mucho agua y muchas discusiones y experimentos a veces fortuitos y a veces
intencionados que probaron la validez del Big Bang.
Antes del Big Bang (13.8
mil millones de años) había una simetría perfecta que no se manifestaba
físicamente.
Esa simetría se rompió y
apareció concentrada una gran energía que al expandirse formó los fermiones,
muones, la particula de Higgs que da masa a las otras, y después se formarosn
los electrones, neutrones, protones, neutrinos y de mas particulas.
Al continuar la expansion
y enfriarse el universo se fueron formando los primeros atomos de Hidrógeno
agrupados por la gravedad en grandes nubes que se colapsaban y formaban
agujeros negros que crearon galaxias y estrellas.
Las estrellas crearon
átomos mas complejos de Helio, oxigeno, nitrogeno, carbono, hierro, silicio,
etc.
Al morir las estrellas
explotan y forman nubes de los átomos citados que por la fuerza de la gravedad
se unen y forman planetas (la tierra hace 4 mil millones de años) que giran
alrededor de la estrella mas cercana (Sol) que a su vez gira en su galaxia, que
a su vez gira en torno a agujero negro que tienen en el centro.
Pero veamos un poco de la
historia del siglo XX.
Sabido es que ciencia y religión nunca han
mezclado demasiado bien. Hubo un tiempo, ya lejano, en el que conciliar ambos
términos era no sólo recomendable, sino casi obligatorio. Y, si no, que le
pregunten a las cenizas de Giordano Bruno o a su compatriota Galileo, conminado
muy a su pesar a recolocar la Tierra en el centro del Universo cuando ésta ya
había encontrado su lugar. Si los católicos lo pasaban mal, mejor no les iba a
los protestantes y así, Kepler, coetáneo de los anteriores, a punto estuvo de
ver a su madre arder en la hoguera igual que al fantasioso de Bruno por su
supuesta brujería.
Sin embargo, no siempre los prejuicios
circulan en el mismo sentido. Incluso en tiempos más recientes.
Tal vez un ejemplo de ello sea el físico
y matemático belga Georges Lemaître. que estamos hablando del hombre que se
atrevió a corregir –educadamente, eso sí– al mismísimo Albert Einstein,
prediciendo la expansión del Universo. Lo que hoy todos conocemos como el Big
Bang.
Lemaître nació en Charleroi (Bélgica) en
1894. Apasionado por las ciencias y la ingeniería, tuvo que interrumpir sus
estudios con veinte años para defender a su país, inmerso en la Primera Guerra
Mundial, siendo incluso condecorado como oficial de artillería, después decidió
tomar los hábitos y ordenarse sacerdote.
Partiendo de los postulados de Einstein –un
cosmos estático de masa constante– llega a un resultado totalmente diferente:
el radio del universo tenía que crecer de forma continua para ser estable.
Al enterarse, el genio alemán rechaza la
idea con virulencia: "Sus cálculos son correctos, pero el modelo físico es
atroz".
En 1931 su trabajo alcanza las páginas de Nature, y en él se detalla su teoría
completa del ‘átomo primigenio’ o ‘huevo cósmico’, derivándose de entre sus
líneas lo que luego daría en llamarse exclusivamente Ley de… Hubble.
Einstein, agnóstico, recelaba del cura
belga, puesto que su modelo cosmológico lógicamente arrastraba a un origen
¿divino? en el espacio-tiempo, y eso no le gustaba ni a él ni a muchos
astrofísicos. En Bruselas ante un erudito auditorio, dijo "Ésta [por
Lemaître es la más hermosa explicación de la Creación que nunca haya escuchado.
Como es natural, la fama de Lemaître no
tardó en llegar al Vaticano. En la BBC, se bautizaría con bastante mala
intención la teoría de Lemaître como Big
Bang en 1949–, el modelo de universo en permanente expansión era imparable.
Georges Lemaître ocuparía durante su vida
distintos cargos en la Academia Pontificia de las Ciencias, siendo asesor
personal del papa Pío XII.
Tras escuchar a Lemaître, el prudente Pío
XII abandonó la idea de hacer del Big Bang un dogma de fe
Georges Lemaître falleció en 1966, sólo dos
años después del hallazgo irrefutable de la radiación del fondo de microondas,
el eco proveniente del origen del Universo, de su Big Bang. Quizá su nombre
pintado en la chapa de un carguero espacial no haga justicia suficiente a una
mente —creyente o no— divina.
Enrique Joven Álvarez
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